Fernando Camacho Servín
Periódico La JornadaDomingo 6 de marzo de 2011, p. 28
Los proyectos mineros que la empresa canadiense First Majestic Silver busca imponer en la zona ceremonial de la etnia wixárika en San Luis Potosí forman parte de la ofensiva mundial que trasnacionales han iniciado para apropiarse de los recursos naturales de los pueblos indios.
Miembros de organizaciones ambientalistas afirmaron que las citadas compañías nunca respetan el derecho de consulta de las comunidades, y ponen en riesgo la viabilidad ecológica de los sitios afectados.
Betina Cruz Velázquez, integrante de la Asamblea en Defensa de la Tierra y el Territorio, señaló que el caso de las minas en Wirikuta es muy similar a otros megaproyectos, como el de generación eólica de electricidad que ya se impuso en el istmo de Tehuantepec, sin pedir autorización a los ejidatarios y afectando una zona de cultivo donde incluso todavía puede haber vestigios arqueológicos.
La iniciativa ya genera más de 500 megavatios, pero el objetivo es ampliarlo a 5 mil. “Lo manejan como proyecto verde, de energía renovable y limpia, pero vulnerando el derecho de los pueblos. Están pasando por encima de nosotros, y eso sucede también con las minas”.
En todo Oaxaca ya hay 167 concesiones otorgadas a empresas eléctricas, advirtió. “Ese energía supuestamente debe ser manejada por el Estado, pero 47 por ciento ya está en manos de la iniciativa privada extranjera, como Iberdrola. En la etapa actual que vive el capitalismo, necesitan mercantilizar los bienes indígenas para seguir sacando dinero”.
Fernando Ochoa, miembro del colectivo Defensa Ambiental del Noroeste, alertó que la minería en general es una actividad insustentable, puesto que arrasan con todos los recursos naturales a su alrededor, incluida la flora, la fauna y, sobre todo, los recursos hídricos.
Todo ello no sólo causa un grave desequilibrio ecológico, las minas provocan un desastre natural, no integran a las comunidad ni generan economía, porque todas las ganancias se van al extranjero. Una vez que depredaron el recurso, se van y dejan desempleo, pueblos fantasma y agua contaminada”, aseveró.
Periódico La JornadaDomingo 6 de marzo de 2011, p. 28
Los proyectos mineros que la empresa canadiense First Majestic Silver busca imponer en la zona ceremonial de la etnia wixárika en San Luis Potosí forman parte de la ofensiva mundial que trasnacionales han iniciado para apropiarse de los recursos naturales de los pueblos indios.
Miembros de organizaciones ambientalistas afirmaron que las citadas compañías nunca respetan el derecho de consulta de las comunidades, y ponen en riesgo la viabilidad ecológica de los sitios afectados.
Betina Cruz Velázquez, integrante de la Asamblea en Defensa de la Tierra y el Territorio, señaló que el caso de las minas en Wirikuta es muy similar a otros megaproyectos, como el de generación eólica de electricidad que ya se impuso en el istmo de Tehuantepec, sin pedir autorización a los ejidatarios y afectando una zona de cultivo donde incluso todavía puede haber vestigios arqueológicos.
La iniciativa ya genera más de 500 megavatios, pero el objetivo es ampliarlo a 5 mil. “Lo manejan como proyecto verde, de energía renovable y limpia, pero vulnerando el derecho de los pueblos. Están pasando por encima de nosotros, y eso sucede también con las minas”.
En todo Oaxaca ya hay 167 concesiones otorgadas a empresas eléctricas, advirtió. “Ese energía supuestamente debe ser manejada por el Estado, pero 47 por ciento ya está en manos de la iniciativa privada extranjera, como Iberdrola. En la etapa actual que vive el capitalismo, necesitan mercantilizar los bienes indígenas para seguir sacando dinero”.
Fernando Ochoa, miembro del colectivo Defensa Ambiental del Noroeste, alertó que la minería en general es una actividad insustentable, puesto que arrasan con todos los recursos naturales a su alrededor, incluida la flora, la fauna y, sobre todo, los recursos hídricos.
Todo ello no sólo causa un grave desequilibrio ecológico, las minas provocan un desastre natural, no integran a las comunidad ni generan economía, porque todas las ganancias se van al extranjero. Una vez que depredaron el recurso, se van y dejan desempleo, pueblos fantasma y agua contaminada”, aseveró.
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